lunes, 11 de mayo de 2015

Parpadear

El oxígeno colisiona con partículas de éter que no hallan un mejor nombre: saciedad coloidal en épocas tempranas de la creación. El vapor, gris, traza su cauce hasta ver su fuente apagada. El fin está tan lejos como el principio: todo gira en torno una ilusión inalcanzable.
Este pequeño universo se reconfigura. Planetas hechos de polvo de estrellas que no encuentran unión y gravitan azarosamente alrededor de una superficie cálida que acusa gravedad y radiación. Las necesitan. La gravedad les quita azar y el calor les da razón.
Perpetuidad en un viaje sin final que es igual a nadar en el aire: volar, dicen los seres de polvo. De polvo de estrellas. Tiempos de migración que prometen felicidad. Indescifrable y conocido, intergaláctico y terrestre, el mapa indica que la meta ya no es el camino, ni su final. La meta es sólo una idea vaga y circular.
Desaparece y aparece. Brilla.
Se configura un nuevo planeta. Brilla.
Sale por fin el Sol. Brilla.

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