martes, 28 de agosto de 2012

Superficie

Casi ahogado por haber permanecido en las profundidades más tiempo del que sus pulmones le habrían recomendado, salió.
El Sol se había movido de lugar (o acaso la Tierra). El mundo era otro y las figuras, reconociendo el mareo que la falta de oxígeno produce, vibraban con una intensidad desconocida.
Regresó porque, en realidad, nunca pensó en hundirse tanto.
Regresó para aprender a flotar, con la enorme ventaja de haber conocido los secretos del abismo.
Puede ahora contárselo a quien tenga la disposición de escuchar.
Puede ahora escuchar a quien tenga la disposición de flotar.