viernes, 8 de julio de 2011

Un día llovía

No lo pensé demasiado. Abrí la puerta. Después la cerré, detrás de mí. Quiero decir que estaba ya afuera, con la puerta detrás, con el pensamiento en cualquier otro lugar, con la lluvia mojándolo todo, incluso mis fantasías más ardientes. Así que las vi húmedas al verme mojado. Las vi mojarse, deslavarse; poco a poco, las vi desaparecer.
"¿Qué hacer en un día así?" Pensé. La lluvia lo moja todo. Y del sueño que me movía, sólo vi agua. Decidí regresar al lugar sin lluvia, al lugar seco y opaco, al desierto interior. Me asomé entonces por la ventana y, al ver que el día no dejaba de ser lluvioso, vi a mis sueños resguardarse de la lluvia. Me di cuenta entonces de que una fantasía, por más que se moje, por más que le de el viento, por más que se enfríe, no desaparece.
Volví a salir a buscarlas, pues. Hacía frío. Y corrí para agarrar todas mis fantasías mojadas. Me empapé de ellas, y con ellas. Ya afuera, qué más daba. Un día llovía; un día triste y nublado; un día cualquiera.

jueves, 23 de junio de 2011

Intelecto

¿Es que en realidad todavía crees que eres más o menos inteligente que los demás? ¿Es que no te has dado cuenta de que lo único que los distingue es la forma en que se mueven? Es la capacidad de esforzarse, es la capacidad de dirigir.
Míralos cómo bailan; velos moverse sin desistir, sin pensar, sin descansar. Es claro que pensar demasiado es una enfermedad. Y no, no son, en lo fundamental, diferentes; sólo bailan compases distintos. Baila tú también, nihilista, baila sobre la nada que todo contiene.

Nihilism

It might be true that there is no turning back from nihilism. So, if I'm to fall into a bottomless pit, it better be full of words. Just full of words—and music.

lunes, 13 de junio de 2011

Mortal

De pequeño quería ser diferente a los demás, de manera que me inventé la fantasía de que era inmortal.
Ahora siento miedo; no sé si por haberme dado cuenta de que no soy diferente a los demás, o por haberme dado cuenta de que no me inventé ninguna fantasía.

Lo que sentí cuando me di cuenta de que era un autómata

Terror (y es que así estaba programado).

viernes, 3 de junio de 2011

Sobre las anomalías de llegar al centro

Dentro de una vorágine de sensaciones, decide, como por un chispazo divino, alejarse del desorden y perseguir la idea central: llegar al centro y dejar de moverse tanto como el tiempo se lo permita. Perdiéndose en la elocuencia de tiempos pasados, voltea para atrás y ve la luz que lo quemó: se ve hermosa a la distancia. Y ahora mira sus quemaduras, frescas, permanentes, dolorosas. Y recuerda que la luz es algo que se aprecia mejor a lo lejos. Se mueve ya sin vacilar, va directo al centro, quiere deshacerse del caos y tocar la perfección. Una vez llegado ahí, al centro, se pregunta dónde están —él y la perfección—: se da cuenta de que alguno de los dos no existe. Se pregunta cuál.

sábado, 28 de mayo de 2011

No decidiré

No decidiré hasta no tenerte de vuelta conmigo. Hasta no verte al verme a los ojos, no decidiré.
No decidiré si no puedo pensar en un contenido. Hasta no encontrar la función, no decidiré.
No decidiré si dejo, por fin, de ser alguien creativo. Hasta no poder hacer, no decidiré.
Me pierdo y me encuentro. Pero me pierdo más de lo que me encuentro; y, así, cada vez me alejo más de mi centro. Por eso, o por lo que sea que pueda justificar mi fútil presencia, no decidiré.