lunes, 4 de abril de 2016

Sísifo

Quería subir la montaña, pero estabas ahí, arriba, esperándome.
¿Cómo aguantar el inimaginable vacío cuando llega? ¿Estoicamente? ¿A base de distracciones efímeras? ¿Montañas más pequeñas? ¿Piedras menos pesadas?
Estabas ahí, te decía, esperándome porque querías celebrar algo conmigo.
Pero no llegué.
Tu voz decía: aguanta el vacío caminando.
Decía: Sube, ya me fui, ¡sube!
Decía: De vacío está hecha la montaña.
Luego se calló y no dijo nada.
Y me aterrorizó el vacío. Me negué a sentirlo. Me llené de nada.
Subí, sin embargo. Cargué la piedra y la llevé.
Porque el vacío también se acaba.

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