miércoles, 11 de agosto de 2010

Suspenso continuo

Hay dos formas de incertidumbre, o dos formas de vivir el suspenso que ésta produce, más bien.
Paciencia, sobre todo, pero, si no hay, hay dos formas, decía.
El ejemplo es el mejor recurso: un correo electrónico: la espera de recibirlo.
Y hay impaciencia y ganas de ya leerlo, pero aún no está escrito, entonces hay que esperar.
Sentado frente a una computadora, mejor dicho, en espera de recibir un correo electrónico que no ha llegado, que no llega, que quizás no llegará —nunca tal vez, aunque todavía no está escrito—, hay dos formas de vivir el suspenso.
Se puede dejar encendido el receptor del correo, ése que hace sonidos en tiempo real cuando hay actividad.
Se puede revisar cada que el azar de la impaciencia hace su propio sonido, para encontrar la caja vacía, una y otra vez.
Y son dos formas distintas de dosificar una misma emoción.
Mientras tanto, eso sí, sólo queda disfrutar la espera.

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